Comisiones

Día Internacional de la Bibliodiversidad. LOS EDITORES DE LOS OTROS LIBROS

La Comisión de Pequeños Editores (CPE) de la Asociación de Madrid reivindica en el Día Internacional de la Bibliodiversidad la contribución fundamental de la edición bibliodiversa a la riqueza cultural de la sociedad y a la democracia.

La CPE pide un mayor apoyo a la edición, distribución y visibilidad de “los otros libros” en librerías, bibliotecas y ferias.

La Feria del Libro de Madrid es la feria con mayor número de títulos en castellano a nivel mundial: expone más de 300.000 títulos de 1.000 sellos editoriales que abarcan una amplia gama de temáticas y géneros.

Para los pequeños editores, la Bibliodiversidad es el corazón de la Feria del Libro de Madrid.

Con motivo del Día Internacional de la Bibliodiversidad, que se celebra hoy 21 de septiembre, la Comisión de Pequeños Editores (CPE) de la Asociación de Editores de Madrid (AEM) reivindica la contribución fundamental de la edición bibliodiversa a la riqueza cultural de la sociedad y piden un mayor apoyo a la edición, a la distribución y a la visibilidad de “los otros libros”.

“Solo en el último trimestre, nuestra revista Bibliodiversidad recoge más de 250 novedades, agrupadas en 33 temas, publicadas por 66 editoriales pequeñas independientes de nuestra asociación”, afirma Paulo Cosín, director de Ediciones Morata y coordinador de la CPE.

Los editores de los otros libros

Como explica Javier Jiménez (Fórcola Ediciones) “La bibliodiversidad refleja la realidad de un montón de pequeñas editoriales que publicamos “los otros libros”, esos que no salen en las listas de los más vendidos, en las reseñas de los grandes periódicos o encabezando la sección de cultura de los informativos. Son las otras voces”.

Se trata de una realidad que coexiste con los grandes grupos y amplía la oferta del mercado de autores y derechos. “Al mismo tiempo, los pequeños editores disponemos de montones de nichos de edición donde aparecen desde autores nuevos hasta libros de ensayo o de cualquier otro tipo que no tienen una cuota de mercado lo suficientemente alta para atraer la atención de los grandes. Todo ese magma de pequeñas editoriales, de sellos independientes, permite que el mercado sea una auténtica selva de publicaciones. Y ese magma de bibliodiversidad es el germen de toda la industria editorial”, asegura Ramón Alba, director de Ediciones Polifemo.

El valor de la bibliodiversidad

Pero no solo se trata de la base de la industria editorial, sino que la bibliodiversidad supone una contribución fundamental para la riqueza cultural y para la construcción de la sociedad. Los pequeños editores, con su trabajo, sirven de marco para el nacimiento y difusión de nuevas ideas y para la generación de una polifonía cultural.

Como explica María Fuentes, delegada editorial de Vaso Roto, “la bibliodiversidad es democracia, originalidad y evolución. Estimula nuestro cerebro ante la diversidad de discursos, y nos hace más críticos, más reflexivos y, con ello, más justos”.

Se trata de una dimensión cultural y social que también ha querido resaltar la Directora General del Libro y la Lectura, María José Gálvez: “La bibliodiversidad implica la manifestación de la pluralidad y de la riqueza editorial en su máxima expresión: de lenguas, de miradas, de voces, de enfoques, de géneros, de sensibilidades y criterios distintos de edición… Precisamente, creo que es importante potenciar esa miríada de criterios editoriales para huir del homo unius libri (un hombre de un solo libro)”.

Un mercado complejo y un valioso ecosistema que hay que proteger

En el año de pandemia se leyó más, pero ¿se leyó más diverso? “En 2020 se han publicado menos títulos y ha aumentado la concentración en el comercio minorista en línea. Esto ha hecho que las editoriales más pequeñas nos hayamos visto muy afectadas y los autores menos conocidos también”, asegura Cosín. “Además, nuestra valorada presencia internacional en Latinoamérica, pues nuestra lengua común nos garantiza la subsistencia como editoriales especializadas, se ha paralizado. Han caído casi por completo las exportaciones causando un grave trastorno que se está soportando por los préstamos concedidos”.

Según los datos publicados recientemente por el Ministerio de Cultura y Deportes, el año pasado se registró un desplome de la publicación de nuevos títulos del 13%, de 90.075 títulos inscritos en el ISBN en 2019 pasaron a registrarse 78.422. La creación literaria fue la que más sufrió el golpe, con una reducción de títulos del 24% (poco más de 12.000). Las ciencias sociales y las humanidades, un 21% menos. Los libros infantiles y juveniles resistieron mejor, con un 11,5% menos de títulos producidos.

“Hay que publicar diversidad -de géneros, de temáticas, de opiniones- y hay que ayudar a visibilizar esta bibliodiversidad: en las librerías, en las bibliotecas, en las ferias, y contar con la ayuda de las instituciones para ello”, continúa Paulo Cosín. “Los pequeños editores defendemos a las librerías, sobre todo a la red de librerías independientes, porque tenemos más cabida para mostrar esta diversidad. Entendemos que hoy en día no se pueden permitir tener libros de menor rotación, por eso estas librerías lo tienen más difícil y necesitan más apoyo. Hacen falta ayudas para que, si lo desean, puedan especializar sus discursos”.

Por su parte, la directora general del Libro y la Lectura, asegura que “promoviendo y profundizando en la bibliodiversidad no solo se protege el carácter cultural del libro, su calidad, su originalidad, su poder de transformación individual y social, sino también a todos los agentes involucrados, sobre todo, el canal principal para llegar al lector que se utiliza: las librerías independientes”.

Respecto a las bibliotecas, desde la CPE Paulo Cosín reivindica su papel fundamental para visibilizar la bibliodiversidad. “Necesitamos que la red de bibliotecarios tenga acceso al catálogo de las novedades de las pequeñas editoriales para que puedan elegir qué pluralidad ofrecer en la red de bibliotecas públicas. Como asegura Gálvez, los bibliotecarios son los mediadores de lectura por excelencia”.

La bibliodiversidad, el corazón de la Feria del Libro de Madrid

La 80ª Feria del Libro de Madrid está siendo el gran escaparate de esta bibliodiversidad. Según estimaciones de la propia organización, la feria da visibilidad a más de 300.000 títulos de 1.000 sellos editoriales que abarcan la mayor amplia gama de temáticas y géneros jamás reunidos en un escaparate.

“Somos posiblemente la feria más rica en patrimonio cultural que hay en el mundo por el número de sellos representados, por el número de casetas de editores -pequeños, grandes y medianos- y por el número de autores y temáticas. Por eso la feria es tan potente”, explica Javier Jiménez Fórcola. “Hay una feria de paso lento y oído esponjado, donde muchos lectores vienen a visitarnos otra vez, porque ya nos conocían o, lo más importante, nos descubren, descubren sellos editoriales bibliodiversos. Y eso es lo que enriquece y engrandece la Feria del Libro de Madrid. Por eso los pequeños editores somos el corazón de la feria”. “Mi reivindicación”, añade, “es que en las próximas ediciones haya una sección donde estemos visibles, reconocibles y juntos los pequeños editores. Es un modelo que ya se ha implantado y funciona muy bien en otras ferias, como la FIL de Guadalajara”

Para Ramón Alba, “la feria no sería la que es si no estuvieran los pequeños editores en ella. Son el elemento fundamental de la feria, el que de verdad tiene atractivo para la gente. Los pequeños editores tienen su presencia más reducida en las librerías y la forma de que se vea su fondo y todo lo que representa sus ediciones, solo se produce en la feria”.

También para las librerías la bibliodiversidad es un criterio esencial, tanto en la feria como en su día a día. Marina Sanmartín, de la Librería Cervantes y compañía, asegura que “una manera fundamental de que los libreros contribuyamos a la bibliodiversidad es que seamos prescriptores y recomendemos lo que a nosotros de verdad nos gusta. La bibliodiversidad que seamos capaces de mostrar en la feria como librerías depende de la selección que nosotros hagamos de los libros que queremos traer. Nosotros por supuesto que tenemos Los vencejos, Los besos y a Paul Auster, pero ese tipo de libro, la novedad, es un 10% de lo que vas a encontrar en nuestra caseta porque nosotros lo que llevamos es precisamente lo que nos diferencia. Nuestro top es Una villa en Florencia.”.

En este sentido, Lola Larumbe de la Librería Alberti, explica que “la feria del libro es un escaparate, es un proyecto efímero en el tiempo y el espacio. Esos componentes hacen que las librerías se vean un poco obligadas a una estrategia que les permita rentabilizar y amortizar su presencia, porque tenemos un espacio limitado, pero respetando siempre la coherencia como librería”. En su opinión “el editor debe estar en la feria para poder enseñar su catálogo, su fondo con libros que a lo mejor solo tienen ellos, y, pasada la Feria, hay que seguir mostrando la bibliodiversidad en las librerías día a día”.

Este año, el número total de casetas que se pueden visitar en la Feria del Libro de Madrid es de 320 expositores. De ellos, la mayoría se corresponden con editoriales (185), de las que 91 pertenecen a la Comisión de Pequeños Editores de la AEM, además de grandes grupos (23), librerías (78), distribuidores (8) y organismos oficiales (26).

La Comisión de Pequeños Editores (CPE) de la AEM, formada por más de 150 pequeñas editoriales que publican en más de 30 categorías, trabaja para dar visibilidad a la importancia cultural de la Bibliodiversidad y que esta riqueza esté de manera prioritaria en toda la cadena del libro. La Comisión publicó su primer número de la revista Bibliodiversidad en 1999.