ENTREVISTA CON MANUEL GONZÁLEZ, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE EDITORES DE MADRID
El 21 de junio finaliza el Estado de Alarma; un punto de inflexión para hacer una valoración de la situación en la que se encuentra el sector del libro tras el confinamiento, y de los retos que se plantean de aquí en adelante. Manuel González, presidente de la Asociación de Editores de Madrid, analiza el impacto de la pandemia en el sector y las medidas adoptadas por las distintas administraciones públicas, junto con el sesgo actual de alguna de las citas para el próximo semestre que pueden marcar el resultado de este año 2020.
Esta es la última semana del Estado de Alarma. ¿Cómo llega el sector del libro a la “nueva normalidad”?
A lo largo de esta etapa hemos realizado tres encuestas en el sector y lo que hemos visto es que, tras el desplome de la facturación en los meses de marzo y abril, llegando a una pérdida del 85% con respecto a lo facturado en el mismo periodo de 2019, la reactivación por fases ha permitido que la caída en el mes de mayo fuera menor; y así al cerrar mayo estábamos un 35% por debajo de lo acumulado en la facturación comparada de los meses de mayo de 2019 versus 2020. La recuperación se ha consolidado en la primera quincena de junio, alcanzando el mismo nivel de ventas que el año pasado en ese mismo periodo de tiempo.
Esto significa que, en lo que a comercio interior se refiere en estos primeros cinco meses y medio, la caída de la facturación acumulada oscila entre un 22% y un 25% respecto al año pasado. No es para estar contentos, pero todo pintaba mucho peor a mediados de marzo.
Si la realidad ha sido algo mejor que las estimaciones previas, ¿Qué lo ha hecho posible?
Cuando en el 14 de marzo se declara el Estado de Alarma, y aún no se conocían las medidas que se adoptarían, las estimaciones sobre las pérdidas para el sector del libro eran realistas teniendo en cuenta las previsiones sobre la paralización de la actividad y flujo económico. El dato final de comercio exterior no está lejos de la estimación que realizamos en aquel momento ya que ahora comienza el invierno en Latinoamérica -nuestro principal cliente- y allí la situación es especialmente dura. En cuanto al mercado interior, la recuperación en este último mes de desconfinamiento ha sido muy buena. Esta ha sido una de las claves.
Ha habido un momento de euforia en las fases 2 y 3 a lo que han contribuido varias campañas en las que resaltamos que el libro ha sido un muy buen compañero en estos meses de encierro, así que la respuesta de apoyo a las librerías está siendo fantástica, pero también es previsible que ahora empiece a bajar esta oleada de visitas las librerías.
Las medidas que se han tomado desde las distintas administraciones también han tenido un papel importante.
Sí, esa ha sido la otra clave. El Gobierno de España, y en la medida de sus recursos las CCAA, han reaccionado con medidas de apoyo para evitar el colapso de la economía. Por un lado la llegada de financiación, razonablemente rápida, con los créditos ICO ha permitido la supervivencia de muchas pequeñas empresas y autónomos, y por otro los ERTES han permitido que muchas empresas soportaran los meses de paralización reduciendo costes sociales y gastos estructurales. Al finalizar mayo han reiniciado la actividad y han decidido rescatar a muchos de sus trabajadores de los ERTES en una proporción que en la industria editorial llega al 80% de sus plantillas y, en el caso de las empresas distribuidoras, prácticamente ya han recuperado al 100% de sus trabajadores.
Es importante pensar cómo hacemos las cosas para evitar lanzamientos masivos porque el plan de novedades anuales no debería ser el mismo de antes de la pandemia.
¿Y cómo se presenta el futuro próximo?
Ahora queda ver qué somos capaces de recuperar en terreno efectivo. Es muy difícil, por no decir imposible, que las pérdidas de un 25% se recuperen en el segundo semestre. Las editoriales necesitan distribuir todo aquello retenido durante meses en los almacenes y, como en un mes no se puede recuperar el tiempo perdido publicando todo lo que estaba previsto en un trimestre, están haciendo una selección muy cuidadosa de las novedades que lanzan, como ha sucedido con las memorias de Woody Allen de Alianza Editorial, o aprovechando éxitos anteriores al confinamiento como el de El Infinito en un Junco, de Siruela, que se ha convertirlo en un best-seller durante la pandemia.
Es importante pensar cómo hacemos las cosas para evitar lanzamientos masivos porque el plan de novedades anuales no puede ser el mismo de antes de la pandemia. Las grandes apuestas editoriales se van a lanzar en junio y julio con el objetivo de tocar cumbre el 23 de julio, en la celebración comercial del Día del Libro aplazado desde abril, pero todo lo que no sea primera línea, imagino que se ralentizará en lo que queda de año para ir recuperando el ritmo en el primer semestre de 2021.
Estamos razonablemente satisfechos con las medidas de urgencia que se han ido tomando, pero faltan aún muchas decisiones de calado sobre el libro y la lectura que habrá que llevar ante la Comisión de Reconstrucción y ante todas las instancias oficiales y políticas con competencias en la materia.
Quedan algunas medidas que, desde el sector del libro, se siguen reivindicando.
El casi monográfico del Consejo de Ministros del 5 de mayo dedicado a la industria cultural es muy de agradecer, pero siguen haciendo falta medidas de reactivación como el bono-libro para favorecer los hábitos de lectura entre los que menos leen. De momento estamos a la espera de ver cómo se concreta.
También esperamos que la ley de Contratos del sector Público se modifique lo antes posible para agilizar las compras institucionales, a través de librerías de proximidad, a las bibliotecas públicas. Hemos hecho una propuesta de llegar a 85 millones de euros en compras institucionales entre todas las administraciones públicas. La Consejería de Cultura de la CAM ya ha puesto casi cuatro millones de euros para este fin, y el Ayuntamiento de la capital ha lanzado un programa de ayudas e incentivos para nuestra industria que demuestra su preocupación por mantener la cadena de valor del libro en estos tiempos difíciles.
Todos estos esfuerzos son dignos de reconocimiento, pero se perderían en actuaciones localizadas si no se articula un pacto de Estado por el Libro y la Lectura que implique a todas las instancias oficiales y políticas de España con competencias en esta materia.
Desde FEDECALI nos hemos dirigido al Presidente del Gobierno para plantear de nuevo la reivindicación de declarar el libro como bien de primera necesidad. Ha habido una buena recepción de esta solicitud, pero lo razonable es que esa buena sintonía se traduzca en una negociación real, con medidas concretas, cifras y calendarios, ya que nuestra propuesta por el Pacto de Estado por el Libro y Lectura es anterior a la pandemia y ha de ser entendida como una prioridad para la reconstrucción cultural y económica de nuestro país.
Con el Fondo asistencial COVID –19 que ha establecido CEDRO nuestra propuesta es que las pequeñas editoriales puedan ahorrarse la segunda cuota trimestral del gremio.
Desde la Asociación de Editores de Madrid se ha realizado también un intenso trabajo de acompañamiento a las editoriales agremiadas.
Durante estos tres meses hemos tenido una circulación continua de información sobre cómo iba evolucionando la situación, los datos, las medidas que se aprobaban, para recabar información a través de las encuestas que nos permitiera radiografiar las necesidades… y esta comunicación también ha permitido a nuestros asociados saber dónde y cómo acudir a las medidas más urgentes de apoyo.
También hemos realizado dos acciones de ayuda directa. Apostamos por la suspensión de la primera cuota trimestral y ahora, con el fondo asistencial Covid-19 de 250.000 euros que ha establecido CEDRO para empresas asociadas a esta entidad -y del que a la AEM corresponden en torno a 78.000 euros- nuestra propuesta es que las pequeñas editoriales puedan ahorrarse la segunda cuota trimestral del gremio.
A pesar de las cancelaciones de Ferias Internacionales que no se han podido evitar, tenemos algunas citas en el calendario que también ayudan al optimismo, como la Feria de Frankfurt.
Es cierto que el hecho de que Frankfurt, que es la feria más importante del mundo, se vaya a celebrar es muy buena señal. Aunque será en unas condiciones mucho más estrictas y sin la presencia de la mayoría de las editoriales y profesionales del continente americano, pero que pese a todo se celebre la Feria en este año tan aciago es todo un el mensaje de vitalidad para el sector.
En cuanto al LIBER, está aún por determinar la cuantía de la presencia latinoamericana que son nuestros clientes principales en comercio exterior. Habrá que ir viendo la situación a lo largo del verano y en función de esto habrá que decidir de manera conjunta con todas las autoridades y los estamentos implicados en qué condiciones se puede celebrar nuestro LIBER.
Respecto a la FIL de Guadalajara, el hecho de haber recibido el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades tiene que servir de estímulo a esta gran cita del libro en lengua española. La visitan 800.000 personas y su directora ha insistido que habrá FIL este año, pero, como en todo lo demás, habrá que ir viendo cómo se desarrollan los acontecimientos.
Pese a todas las limitaciones que este año afectarán a la Feria del Libro de Madrid, yo apuesto por su celebración siempre que podamos garantizar razonablemente las condiciones de seguridad sanitaria… y que podamos cubrir gastos.
A finales de mayo el Ayuntamiento blindó la celebración de la Feria del Libro en el Retiro, al declararla de interés cultural para la ciudad. ¿Está también blindada ante las circunstancias o hay un margen de toma de decisiones?
Hasta ahora se está preparando un plan de contingencia para establecer una feria limitada en cuanto al número de visitantes, con un aforo reducido y un número reducido también de expositores.
Los editores estamos muy motivados para participar porque para nosotros supone una posibilidad extraordinaria de tener contacto directo con el público; pero hay que escuchar y entender todas las voces y todos los intereses en juego. Hay una comunicación directa con los expositores, editores, distribuidores y libreros y también con el Ayuntamiento y los patrocinadores para saber si están interesados en participar en la Feria en condiciones excepcionales porque cada uno tiene derecho a decidir en función de que esas limitaciones de aforo afectarán, sin duda, a las posibilidades de negocio.
Yo apuesto por la celebración de la Feria del Libro de Madrid siempre que podamos garantizar razonablemente unas condiciones de seguridad sanitaria y que podamos cubrir gastos. De los dos millones de visitantes de la Feria, solo el 15% compra. Si este año entran, por ejemplo, 700.000 personas con acceso restringido es previsible que la mayoría de los que accedan lo hagan porque tienen la intención de comprar.
En cualquier caso, a lo largo del verano los planes tienen que ir avanzando para que dé tiempo a acondicionar el recinto, y conciliar todos los intereses en juego que no solo son económicos, sino también culturales y de la propia imagen nacional e internacional de la ciudad de Madrid.
Las librerías son parte de la estructura cultural y de la memoria sentimental de un país. Comprar un libro es un placer, y hacerlo para regalar es una experiencia que muchos jóvenes no conocen y que deberían probar, porque el placer es doble.
Mientras tanto, que no nos falten las librerías. Son varias las campañas que estamos viendo en las redes para incentivar a la ciudadanía a volver a las librerías; y #TodoEmpiezaEnUnaLibreria ha sido una propuesta conjunta de todo el sector.
En esta campaña ha habido una coincidencia completa sobre que el mundo del libro necesita a las librerías y las librerías son mucho más que un lugar donde se venden libros. Las librerías son parte de la estructura cultural y de la memoria sentimental de un país. Hay depositadas en ellas tantas emociones, tantas experiencias, que es muy difícil no relacionar los libros con nuestras vidas. Los libros forman parte de esos itinerarios que hacemos en determinados momentos de nuestra existencia y siempre recordamos asociados a ellos cosas como “…compré este libro esa tarde en la que tú no acudiste a nuestra cita….” o “aquel librero me consiguió este ejemplar que debió de encontrar en la isla de los libros perdidos…”
Los libros superan la condición de objetos para transmitir recuerdos y experiencias y, de forma aislada, o por acumulación de lecturas, intervienen en la construcción de una identidad propia y a la vez colectiva con esos otros miles o millones de lectores con los que compartimos la pasión por la lectura.
Pasear por la ciudad y entrar en una librería “a ver qué encuentro” es toda una aventura. Y la campaña va exactamente de eso. De convertirlo en un hábito social; de ir de librerías y después a tomar algo. Comprar un libro es un placer, y hacerlo para regalar es una experiencia que muchos jóvenes no conocen y que deberían probar…, porque el placer es doble.