“Un pacto es algo más que un Plan de Lectura: es un compromiso como país. Lo lógico es formar un equipo de trabajo Gobierno/sector y definir y priorizar las estrategias básicas”.
Miguel Barrero es presidente de la Federación de Gremios de Editores de España desde el pasado 1 de enero. Conoce muy bien el sector editorial: comenzó en la docencia para incorporarse poco después al Grupo Santillana, donde ha desarrollado prácticamente toda su carrera. Director general de I+D+i del Grupo Santillana y Director de Educación de la Fundación Santillana, a lo largo de su trayectoria profesional ha representado a su editorial en la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza (ANELE), en CEDRO y en la Asociación de Editores de Madrid, de la que fue presidente el pasado año.
Desde el 1 de enero ocupa la presidencia de la FGEE, un cargo para el que planteó cuatro líneas principales de trabajo: el fomento del libro y la lectura, la comunicación de la función del editor, la lucha contra la piratería y la defensa de la creación intelectual.
¿Cuál es el primer libro que recuerdas?
Son, sin lugar a dudas, dos: La isla del Tesoro y Oliver Twist. Sería una injusticia no mencionar también a mis dos inseparables compañeros de infancia: Astérix y Tintín (¿por qué vendería yo mis volúmenes de Juventud con lomo de tela a cambio de que un compañero me hiciese las láminas de dibujo en el colegio?).
¿Tuviste una infancia lectora?
Sí. En casa era muy habitual el libro como regalo. Mi padre tenía una considerable biblioteca y era un buen lector y mis hermanos también leían con frecuencia. De hecho, fuimos educados en el placer de la lectura y en la necesidad de ir haciéndose con una biblioteca propia para lo que cada uno teníamos un espacio reservado en una estantería corrida en el cuarto de estar.
¿Dónde y cuándo te gusta leer?
En realidad me gusta a todas horas y en cualquier sitio. A diario, leo por la noche y, si como solo, lo hago con un libro en la mano. Los fines de semana leo a cada rato. Los sitios: en Madrid en el clásico sillón orejero y en la casa del campo, bajo una pérgola. Jamás viajo sin libro.
¿Tienes un formato preferido?
Sí (lo siento): papel. Y si es posible tapa dura porque considero al libro como un objeto digno de ser conservado y acumulado.
¿Has dejado algún libro a medias?
Sí claro que lo he dejado a medias. Si un libro no me gusta cuando llevo, más o menos, un 20% lo dejo porque hay mucho que leer (y releer) esperando y muy bueno. No me produce ningún tipo de culpa, pero sí de decepción porque no suelo comprar libros por impulso donde el azar de acertar es mayor. Tengo dudas del sentido crítico al leer, nos falta cultura para ir contracorriente: incluso aunque haya lecturas imprescindibles en un canon y una formación literarias, no significa que su lectura tenga que gustar.
¿Hay algún libro que te haya marcado especialmente?
Muchos. Especialmente los leídos en la época del bachillerato donde el grupo de amigos nos estábamos conformando como lectores: El lobo estepario de Hesse, En el camino de Kerouac, La peste de Camus… En no ficción mi libro de cabecera fue El nacimiento de la contracultura de Roszark, que volví a encontrar en la FIL hace unos años.
¿De quién sueles fiarte para que te recomiende un libro?
De colegas (editores), de los libreros que frecuento y de amigos lectores con un perfil coincidente con el mío. Algunos suplementos (depende de qué crítico recomiende) y algunos blogs. Y lógicamente determinados sellos tienen mayor capacidad prescriptora sobre mí.
¿Qué libro recomiendas para desconectar este verano?
Para desconectar novela negra. La oferta es cada día mejor y más variada: el último de John Connolly y Charlie Parker (El frío de la muerte), el de Domingo Villar (El último barco), ¡un coreano estupendo (El buen hijo)! o un canario igualmente estupendo que me recomendó mi amigo Ramón Alba (Alexis Ravelo y La estrategia del pequinés).
¿Para viajar sin moverte del sillón?
A Galicia con La catedral y el niño de Eduardo Blanco Amor; al Madrid universitario del franquismo con Finales de Enero; a la India recuperando Un buen Partido de Seth o a California redescubriendo a Saroyan y su Me llamo Aran. Para viajar al interior de una historia familiar cualquiera, Lluvia Fina de Landero, y para un trayecto hasta la infancia, El amor es ciego de Boyd.
¿Qué título me recomiendas para comprender el mundo?
Otra vida por vivir de Kallifatides: una visión desde la sabiduría de los setenta años (recomendación de Sergio Vila-Sanjuán).
¿Y para comprender el papel del editor?
Bueno, creo que es muy interesante tanto para entender al editor como la historia de la edición española, el libro sobre los Lara.
Dime tres razones por las que leer.
Por su sentido: comprender mejor la vida y el mundo. Por la experiencia: silencio, concentración, luz sin parpadeos. Por la sensación: disfrute, placer, evasión.
¿Qué estás leyendo ahora?
Una recomendación de María Cifuentes: La isla de las mil historias.
En el Encuentro de la Edición declaraste que la FGEE asumía el reto de buscar un Pacto de Estado por la lectura y el libro, que había lanzado el Ministro de Cultura en funciones, José Guirao. ¿Cómo se “aterriza” este compromiso ¿Qué agentes del sector van a participar y cómo? ¿Cuáles son los primeros pasos concretos?
Un pacto es algo más que un Plan de Lectura: es un compromiso como país. Y requiere: calendario a largo plazo, recursos comprometidos, acciones diseñadas y movilización de la sociedad. Para aterrizarlo, lo lógico es formar un equipo de trabajo Gobierno/sector y definir y priorizar las estrategias básicas del mundo del libro. Los participantes deberían ser, en un primer lugar, los ministerios implicados (no solo Cultura) y la cadena del valor del libro (editores, libreros, distribuidores, autores bibliotecarios…), posteriormente habrá que ir añadiendo capas: medios de comunicación, fundaciones, administraciones locales, sociedad civil…
Uno de los grandes objetivos de este Pacto es convertir España en una potencia lectora. El número de lectores ha aumentado y está en un 67%, pero aún sigue por debajo de los países del entorno. ¿Puedes darnos un adelanto de las propuestas transversales que se van a plantear?
La clave está en tener una visión amplia del lector. Tradicionalmente el esfuerzo se ha concentrado en la educación lectora en la escuela. Ahora es tiempo de diseñar políticas para el conjunto de la población: los mayores de 65 años, los trabajadores en sus empleos, los adolescentes que abandonan, el colectivo de 35-45 años… Más que un ejemplo, un lema: “Un país de lectores”.
“La idea abandonada de la “hora de la lectura” sería un ejemplo de cómo elevar la condición de la lectura en la educación”.
La directora General del Libro, Olvido García Valdés, señaló que “impulsar la lectura no sólo es aumentar las cifras de lectores, sino también conseguir buenos lectores ¿Alguna propuesta concreta en este sentido para el Pacto de Estado?
La lectura requiere un nivel de competencia (que se aprende) y una motivación y sensibilidad (que se descubre) que requieren de espacio. La idea abandonada de la “hora de la lectura” sería un ejemplo de cómo elevar la condición de la lectura en la educación.
La facturación del libro de texto ha disminuido un 4,2%. Desde la FGEE se reclama la necesidad de coordinar los planes y criterios en las distintas administraciones respecto a las políticas de ayudas a las familias para libros de texto. Ahora mismo contamos con 17 currículums, 5 idiomas y una gran disparidad de sistemas de gratuidad. ¿Cuáles son las reivindicaciones y las propuestas concretas para avanzar en este terreno?
Discutir la situación del libro de texto es un punto esencial del Pacto. La postura de la Federación es clara: un único sistema de gratuidad con criterios de renta, no universal, de propiedad y no de préstamo, articulado en el canal de librerías, bajo la fórmula de cheque-libro y con un calendario coordinado para todas la Comunidades Autónomas (mismas cantidades, mismos cursos).
El libro digital se ha estancado. Una de las razones principales es la piratería (13 millones de descargas legales frente a 300 millones de descargas ilegales). Desde el sector editorial se está reclamando desde hace años una protección efectiva. ¿Cuál va a ser la línea de trabajo en este aspecto?
Otro punto esencial del Pacto: el respeto a la creación y a la propiedad intelectual. Y otro cambio de mirada: la piratería no es solo cosa de jóvenes hackers. La administración (colegios y universidades) no pagan licencias de copia privada o los piratas incluyen profesionales sin problemas económicos que alardean de llenar “discos duros”. Las claves son dos: educar y obligar a cumplir a ley y, en su caso, castigar a quién no lo hace. Se hace necesario revisar los mecanismos de denuncia y agilizar los procesos judiciales y, lamentablemente, ser ejemplar con las sentencias.
“La red de bibliotecas es un lujo en nivel de profesionalización y capilaridad: sería un error no alimentar el sistema”.
Durante el Encuentro de la Edición, el ministro de Cultura, José Guirao, anunció una modificación presupuestaria para dedicar 1.600.000 euros a la compra de libros para las bibliotecas públicas, una partida que cayó un 80% en 2009 y que no tenía dotación desde 2011. ¿Es suficiente?
La intención de recuperar la dotación desde los Presupuestos es bienvenida, pero no ocultemos la insuficiencia de la dotación para una red desabastecida durante los años de la crisis y que hay que luchar contra la inercia de los recortes poniendo en consonancia las aportaciones con la marcha del país. La red de bibliotecas es un lujo en nivel de profesionalización y capilaridad: sería un error no alimentar el sistema.
Las librerías son el principal canal de distribución del libro, con un 53% de las ventas. Has declarado que “Para el sector editorial las librerías son un eslabón imprescindible en la cadena del sector del libro. Creemos que es necesario preservar su presencia en nuestras calles”.
No tengo dudas que hacen falta ayudas para modernizar el sector y hacerlo más competitivo. Las librerías necesitan protección porque son una vía de acceso a la cultura para muchos barrios y municipios. Igualmente, también considero que el propio librero debe rediseñar qué experiencia propone al posible lector cuando traspasa la puerta de su establecimiento.
“El editor es quien convierte un texto en un producto que llega a un comprador, es quien diseña una línea editorial, quien selecciona autores y contenidos, quien rescata, quien encarga… y, además, como empresario, es quien arriesga”.
En el Encuentro, el catedrático de Historia Contemporánea, Jesús Martínez Martín, recordó la necesidad de recuperar el papel del editor como dinamizador de la sociedad. ¿Cómo volvemos a ponerlo en valor?
La vía de trabajo será precisamente visibilizar y mostrarse: dar a conocer cuál es el papel de un editor como agente cultural y como creador. El editor no es un mero intermediario entre un manuscrito y un lector: es quien convierte un texto en un producto que llega a un comprador, es quien diseña una línea editorial, quien selecciona autores y contenidos, quien rescata, quien encarga… y, además, como empresario, es quien arriesga un dinero, quien gestiona el proceso en la cadena de valor (diseño, maquetación, impresión, logística, distribución, punto de venta, comunicación, marketing…). Es imposible concebir un acceso pleno a la lectura sin editores. Y es necesario contar qué hemos hecho, qué hacemos y la razón por la que somos la primera industria cultural de España.
“El libro es parte esencial de la promoción y la economía del español”.
También se ha reclamado a la administración pública políticas de colaboración para permitir que el comercio exterior, que goza de muy buena salud, siga creciendo. ¿El libro es Marca España? ¿Qué necesidades concretas se van a plantear en ese Pacto de Estado?
Es fundamental incrementar la presencia exterior de nuestro ecosistema editorial y en este punto, los principales beneficiarios deben ser los medianos y pequeños editores. La vía es facilitar la presencia en ferias, la puesta en marcha de misiones Comerciales, la colaboración en conocimientos e información de mercados, la identificación de partners, la estimulación de la venta de derechos… El libro español tiene mucho potencial de crecimiento en sí mismo, que se vería multiplicado si se uniese como activo para impulsar y potenciar la lengua española. El libro es parte esencial de la promoción y la economía del español.
¿Qué otros puntos consideras imprescindibles en la hoja de ruta del Pacto de Estado?
Dos, uno de ellos lo he mencionado antes: la involucración de la sociedad civil. Solo un ejemplo: la familia y los hogares son tan importantes en la creación de hábito lector como la escuela o las bibliotecas.
Y el segundo: definir el valor de la lectura en la Sociedad de Internet y de la “economía de la atención” (exceso de oferta de ocio/entretenimiento y escasez de tiempo). Ese valor no hay que inventarlo por enfrentamiento a las nuevas alternativas porque ya reside en la lectura en sí misma. Se trata de recuperarlo, de volver a persuadir, de convencer y de declinarlo en los nuevos tiempos.
Si tuvieras que hacer un Elevator Pitch y explicar en un minuto y cuatro argumentos por qué es necesario un Pacto de Estado, ¿cómo lo resumirías?
Un Pacto para convertir a nuestro país en “un país de lectores”, donde el libro y la lectura estén consolidados en el comportamiento cultural cotidiano y a la altura que exige nuestro nivel de progreso.
Un Pacto y no un Plan: porque construir un “país de lectores” necesita tiempo, recursos, visión y objetivos, colaboración y movilización, seguimiento y medición de impacto.
Necesario para:
- Recuperar y potenciar la lectura respetando el significado de la creación intelectual como actividad cultural de primer nivel en el aprendizaje y el desarrollo personal, profesional y social. Entender la lectura como un pilar de la convivencia democrática.
- Garantizar la riqueza y diversidad de un ecosistema editorial que es líder en el mundo y primera industria cultural del país. Difundir esa riqueza en el mercado exterior.
- Fortalecer la cadena (escritores e ilustradores, traductores, editores, libreros, distribuidores, bibliotecarios, profesores…) que permite a un creador comunicar con un lector, asegurando el acceso a una cultura diversa y plural en contenidos y lenguas.
- Impulsar un nivel cultural de la ciudadanía como garantía de un futuro sólido y en consonancia con el progreso económico y social del país donde la lectura sea un hábito cívico consolidado.