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Lectora del mes: Alicia Martín, Premio Antonio de Sancha 2019

El martes 27 de noviembre, la artista plástica Alicia Martín recogerá el Premio Antonio de Sancha, que cada año otorga la Asociación de Editores de Madrid a personalidades que se han distinguido por su labor en defensa de la cultura en general, y del libro y la lectura en particular.

Alicia Martín trabaja en diferentes disciplinas: escultura, fotografía, dibujo, vídeo y las grandes instalaciones, por las que es más conocida y ha obtenido un mayor reconocimiento. Comenzó a trabajar con libros en los años 90, convirtiéndolos en una de sus señas de identidad. Suyas son obras como Biografías, Palíndromo o Contrapposto, con las que ha provocado que el público establezca un diálogo nuevo con el libro.

Hemos querido conocer el perfil lector de alguien que hace del libro su materia prima para crear arte.

¿Cuál es el primer libro que recuerdas?

Rayuela de Julio Cortázar.

¿Tuviste una infancia lectora?

Sí, mi padre era un gran lector y tenía una biblioteca extensa de donde cogía los libros que llevaba al parque cuando “hacía pellas” en el colegio de monjas o los escondía en la cajonera y leía en clase.

¿Dónde y cuándo te gusta leer?

Leo por la mañana en la mesa de trabajo y en los trayectos de cualquier tipo de viaje.

¿Tienes un formato preferido?

Prefiero leer en papel por el hecho de mantener el libro entre las manos y pensar sobre lo leído, volver atrás… tener una visión del libro como objeto material.

¿Qué te gusta leer cuando no lees por trabajo?

Trabajo y placer se mezclan.

¿Has dejado algún libro a medias? ¿Estamos educados para ser críticos con lo que leemos?

Sí, he dejado libros a medias; no tengo ningún reparo en apartarlos si dejan de interesarme. Estamos acostumbrados a criticar, pero no estamos educados para tener criterio.

¿Hay algún libro que te haya marcado especialmente?

Me marcó La mujer zurda de Peter Handke por el tratamiento de la soledad del personaje y cómo afecta al lenguaje que utiliza.

¿De quién sueles fiarte para que te recomiende un libro?

De mi hija Alejandra Marquerie, por la que me he acercado a la poesía.

¿Qué título me recomiendas para…

… entender el arte? Del arte objetual al arte de concepto de Simón Marchan. Lo que recomiendo sobre todo es acercarse al arte sin prejuicios y con curiosidad.

… aprender a jugar con las formas? Recuerdo uno de los libros cuando empecé a estudiar Bellas Artes, Arte y percepción visual de Rudolf Arnheim, pero la práctica es la mejor guía.

… entender el momento actual? Propongo, para entender la historia de la transición desde una perspectiva contracultural y comprender cómo hemos llegado hasta aquí, Culpables por la literatura, imaginación política y contracultura en la transición española (1968-1986) de Germán Labrador Méndez.

… cambiar de perspectiva? Apartamento en Urano de Paul B. Preciado, o escuchar cualquiera de sus conferencias.

… reírte? La cantante calva, Eugene Ionesco.

… desconectar? Leer es estar conectado…

¿Qué estás leyendo ahora? Estética de la instalación de Juliane Rebentisch.

¿Y cuál te espera? La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres, Ensayos sobre feminismo, arte y ciencia de Siri Hustvedt.

 

Acabas de recibir el Premio Antonio de Sancha, otorgado por la Asociación de Editores, y en la presentación agradecías que haya recaído en una artista. ¿Hay algo que se esté echando de menos desde este colectivo?  

El agradecimiento es por el reconocimiento del sector del arte plástico dentro de todas las disciplinas que ha premiado la Asociación de Editores a lo largo de sus 23 años. Es gratificante que se valore la labor del artista como generador de Patrimonio que nutre al bien común, algo que no se contempla a la hora de establecer los derechos y obligaciones del artista como ciudadano. Es una demanda que compartimos en el ámbito de la cultura.

Quizás sea momento de crear estos lazos entre diferentes creadores y sectores para reforzar la visibilidad…

Se deberían trazar para dar la visibilidad necesaria a las reivindicaciones del sector cultural.

Con tus obras ha ocurrido de todo. Se han molestado porque trabajaras con libros como si fuera un sacrilegio, te han llevado libros casi como ofrendas o, en otros casos, han llegado a arrancarlos de tus instalaciones… ¿Qué reacción te ha sorprendido más y por qué?

Como anécdota me sorprendió que un grupo de jóvenes se sintieran ofendidos porque encontraron en la escultura un libro de García Lorca y rompieron la escultura para llevárselo. Ese impulso forma parte de la escultura porque no deja indiferente sino que ha generado una reacción.

¿Y qué te han enseñado estas reacciones tan diferentes?

Al realizar esculturas en el espacio público y colectivo es muy interesante el encuentro con la ciudadanía y el intercambio que se produce.

¿Crees que las nuevas generaciones, más acostumbradas a soportes digitales, “leerán” tus obras de igual forma?

Las nuevas generaciones apreciarán las propuestas estéticas de forma distinta no por el soporte en el que lean, sino porque pertenecen a un contexto socio-histórico diferente que marca el modo de percibir. Mis propuestas estéticas están basadas en la idea de libro como artefacto y esto sólo cambiará si desaparecen las bibliotecas como almacenes físicos de patrimonio.

¿Qué te da el libro que no te da otro material, desde el punto de vista conceptual y desde el punto de vista técnico?

El planteamiento de mis trabajos con los libros no parte del libro de artista, entendido como objeto transformado, sino de una concepción del libro autónoma y activa, que lo convierte en artefacto. Los artefactos son consecuencia de sistemas de necesidades sociales y culturales, empleados generalmente para extender los límites materiales del cuerpo.

Así, lo universal del libro es que siempre es reconocible de manera inmediata por cualquiera, independientemente de la edad, etnia, procedencia, etcétera; y que su agrupación conforma la memoria colectiva.

Tus instalaciones, al igual que las historias de los libros, tienen un principio y un fin, son efímeras. Es todo un ejercicio de desapego hacia tu propia obra y de confianza en la memoria de quien la disfruta…

La intención es la de alterar el orden impuesto de las bibliotecas y someter los libros a un golpe simultáneo de confusión que, al igual que ocurre en el mito de la Torre de Babel, se mezclan, resultando un caos, sin orden ni código, de disciplinas, géneros, idiomas, años de edición… Además, esta mezcla resulta invasiva y parasitaria: en el espacio público asaltan y modifican el ritmo vital.

Son esculturas efímeras, invaden el espacio público y la vida cotidiana durante un periodo limitado de tiempo. Es una imagen que se graba en la retina y que después pasa a formar parte de la memoria individual y colectiva de la ciudad.

Alicia Martín recibirá el Premio Antonio de Sancha el próximo 27 de noviembre en un acto de entrega que tendrá lugar en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, a las 19.00 horas.

Premio Antonio de Sancha 2019